Siempre nos quedará Roma (II)


Si os digo la verdad había planteado estos especiales desde Roma sin ninguna introducción, y es verdad que si se leen todos seguidos, no hace falta hacer esta introducción que estoy escribiendo ahora, pero está claro que si publico un artículo de estos tan de “ciento a viento” es posible que la necesitemos. Pensaba que no iba a llegar nunca el momento de lanzar este segundo especial, pero aquí esta. ¡A disfrutar!

Cuando había fútbol el deporte rey era quien mandaba. El primer año con la Eurocopa y el segundo con la Copa Confederaciones. En las dos llegó España a la final. La Eurocopa la ganamos 4-0 contra Italia y claro… con vaya caras nos miraban Carlo y compañía… En fin… El partido que más viví fue el España-Portugal de semis. Lo mal que lo pasé en la tanda de penaltis sólo lo sabe Amaia, porque ella también lo vivió como yo. Para seros sinceros, nunca había vivido un partido de la Selección con tanta intensidad, pero sería igual la emoción del momento. Eran muchos los ratos compartidos y las noches de sofá y fútbol eran habituales. Me acuerdo que una vez puse la radio en el ordenador y Ciaurriz me hizo quitarla porque no podía soportar la emoción que le ponían Manolo Lama y compañía.

Cuando no había fútbol, se terciaban conversaciones largas en el cuarto de las chicas con proposiciones de Tapia que se quedan para nosotros. ¿Hablando de qué? Pues básicamente conociéndonos un poco más. Entre las cosas que me acuerdo podría nombrar que una noche decidimos ponernos la canción de “Eres tan fea...”. Si hoy soy sincero, la verdad es que han pasado cuatro años y no me acuerdo de todo. Supongo que serían conversaciones sin importancia, pero que al final servían para hacer grupo.

Podríamos hablar también de las “put**as” que nos hacíamos entre nosotros. María, jamás te perdonaré esa foto mientras estaba durmiendo, me dijiste que la borraste pero en aquel momento no nos conocíamos tanto como para fiarnos los unos de los otros (y ahora, bueno… Jajaja). Christian también tenía sed de venganza contra ti, por aquella vez que me pediste espuma de afeitar para ponérsela, Dios sabe donde, mientras dormía, pero lo peor que te hicimos y se pueda contar es lo de robarte la almohada, ¿no? Hay miles de momentos para recordar y ciertas fotos de poner los dos rombos de antaño, pero las vamos a evitar por el bien de todos. Que luego siempre suelen haber “zascas” de vuelta. Las fotos de Roma comprometen a María, pero las de aquí en Sanfermines comprometen a más gente, así que lo vamos a dejar pasar.

Recuerdo las tardes de fútbol en el césped donde la Mery- María “a secas” por aquel entonces- me preguntó si era portero de fútbol “semiprofesional” y casi me entra la risa. Me debió de ver muy bueno como portero, porque sino, no entendería la pregunta… La verdad, y hablando en serio, lo que me ha pasado con el fútbol es muy curioso. Cada vez que me tocaba jugar de portero sólo había dos opciones; o hacerlo muy bien o muy mal. No había un término intermedio, y aquella primera vez que jugamos debía estar de suerte. Vaya partido que me marqué. No había ninguno que fuera medio bueno- de un niño de allá me acuerdo-, pero si me tocaba hacer equipo a mí, siempre tiraba para la tierra y elegía a María, que para algo era jugadora de la Peña Sport tafallesa. Ahora bien, luego te enteras de los partidos que ganan y…

Y la volvería a elegir 1000 veces. Que ¿por qué? Porque para algo llevamos cuatro años de frochos, y porque solo te enteras de los partidos que ganan, ya que lo hacen tan “de ciento a viento”- otra vez, sí-, que cuando coges el móvil puedes encontrarte con que tienen 20 fotos del partidazo en Facebook, conversaciones por Twitter con las del equipo y tres o cuatro snaps de la celebración en el vestuario. Vale, es un poco exagerado, pero es así. El nivel de allá, excepto Koldo, que en lo de portero cuando jugaba también era muy bueno, no había grandes estrellas, y el ejemplo de la pregunta que me hizo María da fe de ello. Pero todo esto “con to´mi lof´”, ¿eh?

Allá donde quisieras había un buen momento, porque si tengo que recordar alguno malo no se me ocurre ninguno. Nos reíamos hasta cuando había que sacar mierda del piso de abajo. No había tiempo para malas caras. Faltaba tiempo para echar una mano o comer una pieza de fruta a media mañana, porque excepto Ecay con los ayudantes “dentro de cocinas”- que dicen en MasterChef- y María o Tapia con uno de nosotros y los gitanos, no dábamos a basto. Las tafallesas me daban envidia en este sentido. Día si, día no, les tocaba estar con los gitanos y Dzemila, ya que al haber estado el año anterior, a Koldo le pareció lo mejor que cada día una de ellas estuviera con los gitanos.

De trabajo, hicimos de todo; desde sacar cajas a mover radiadores, y de fregar un suelo de cemento a sacar un frigorífico inutilizable por las escaleras (y hacia arriba, así que a pulso). Era uno de los últimos días cuando entramos a un cuarto y nos encontramos con un montón de pañales en una caja. Nos echamos las risas. Y cuando faltaba un poco de humor ahí estaba yo para poner la nota musical ya fuera con “La Ramona” o con el “Era un 7 de julio cuando la vi”. Esta última me acuerdo que la canté esperando al tren, tras pegarnos una corr… digoo… (por las mentes sucias) tras correr 200 metros como si se trataran de los 100 metros lisos, y con un tiempo muy cercano al de Usain Bolt para que no se nos escapara el tren, en fin… Que al final, tuve que amenizar yo la espera… Para rato lo vuelvo a hacer…

A dúo aún y me parece que iba costar bastante, ¿eh, Mery? Cuando no era cantando era contando chistes malos como los de “Egun on y egun off”, el de “ a ver chalé/abertzale”, o el de “Franco y Claudillo”. Yo quiero pensar que se reían conmigo y no de mi, pero pasárnoslo nos lo pasábamos como si un hubiera un mañana. Risas a todas horas y un compañerismo increíble. Y utilizo la palabra “compañerismo”, porque aunque fuera poco, aún faltaba algo para que fuéramos amigos (o “amegos” que nos gusta decir a Leti, a María y a un servidor).

Y como pasa siempre, llegamos al final de la edición de hoy cuando más interesante se ponía la historia. Suele pasar. La próxima semana- o cuando sea-, volveremos, porque no he contado “el climax” de esta aventura y quién sabe si llega en el próximo Tras el valle de Aranaz. Yo aquí os espero.

Gracias a todos, ya saben que esto no sería posible sin ustedes al otro lado.

¡Feliz fin de semana a todos y Aúpa Osasuna!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Mariposillas en el estómago (o algo así)

A mis abuelos; a los cuatro

"Alba" (crítica)