Siempre nos quedará Roma (XVI)


            Penúltimo especial, hoy sí que sí. Ya se puede empezar a ver la luz al final del túnel. Y vaya especial… hay que ver como lo dejábamos hace dos semanas tras decir que había pasado una noche entre las sábanas de María Romero. Igual la tafallesa ha tenido que dar explicaciones, y lo siento si ha sido así. Nada más lejos de mi intención. A mí también me las habéis pedido, no creáis que no, y es por eso que hoy estéis todos a la vez leyendo esto. Acaban de dar las 22,15h, tranquilos… Todo llegará esta noche, pero a su debido tiempo, porque antes quedan las últimas historias por descubrir.

            La primera que me gustaría contar es la de las caminatas que nos pegábamos de la parroquia a la casa del primer año ida y vuelta. No se podría decir que hubiera mucho con lo que entretenerse (relativo también por los objetos que contábamos pero bueno… Jajajaja), asique en uno de esos andares Leti, María y un servidor no tuvieron mejor idea que contar preservativos a lo largo del camino de brea y cemento. No recuerdo cuántos contamos- igual las “amegas” sí- pero me quiere sonar que entre 83 y 200. Me suenan esos dos números y no os sé decir la razón. Sé que hay 117- si las matemáticas no me fallan, aunque sea de letras- de diferencia, pero tras lo sucedido y lo escrito hay más de cuatro años de diferencia y de momento muy poquita gente se está quejando acerca de la falta de rigor y certeza sobre lo que estoy contando y rememorando.

            Relacionado con eso, también me acuerdo de una famosa noche volviendo de la casa del primer año, en la que le tuve que pedir a María que me diera la mano “en plan novios” para que las prostitutas que había por la calle no se me acercasen. Recuerdo que a alguno que iba por delante se les acercaron y nosotros- los que íbamos más rezagados- preferimos prevenir que curar. Jajajajaja. Épico aquello también.

            Y qué decir de la historia que me contó Rosalía un día en el que nos juntamos por Carlos III… Resulta que hace unos días había ido a sacar dinero al cajero de la Rural de al lado de San Raimundo y tuvo que esperar porque había alguien dentro. Y medio mirando para ver si conocía al que estaba antes que ella- como nos va el cotilleo-, resulta que le sonó, a pesar de no saber de qué. Al salir dijo algo como… “¡Co*o, pero si es Franchesco!”. Risas bárbaras cuando me lo contó y tres cuartos (o quintos) de lo mismo cuando se lo dije a María y Leticia. Realmente no sé qué haría por aquí, pero estar estaba. Buenísimo.

            Y antes de abordar el último tema, que es el que realmente os interesa, también son memorables mis canciones con María. El “Colgando en tus manos” más que ninguna otra y ese “Meryyy yo te digoo me tienes en tus manooos”. Y me acuerdo que una vez cantamos la canción a la vez que la escuchábamos mediante auriculares, y mi querida Rosa nos dijo que nos salía mejor cuando la cantábamos a capella. En fin…

            Podríamos hablar también de lo bien que me lo pasaba con María Fernanda, de lo mucho que me reía con ella, de los picos que les daba a los críos por mal que me pareciera, por la bronca que nos hecho Koldo por hablar de Carlo comentado lo serio que era… De vuelta a Pamplona, cuando a Nieves (primera vez que aparece) le perdieron la maleta en el aeropuerto o cuando Uxua nos vino a esperar a Noain. Podríamos hablar de muchas cosas más, pero ya es hora de contar “la” historia. Let´s go!

            Lo ideal sería saber cuál fue la fecha exacta y la noche indicada pero como que tampoco es imprescindible. Así que pasaremos de ello e iremos directamente al grano.

            Era un noche oscura, no soy consciente de que fuera luna llena, pero hacía ya un rato que habíamos acabado de cenar. Nos habíamos quedado hablando en la especie de saloncito mientras veíamos como tita Ana, Dezmila y todos los críos se iban. Nos íbamos a quedar solos los cinco con Elvis y la noche dio mucho juego.

            Os mentiría si os dijese que sé que eran las 21,00h, las 22,00h, o las 23,00h pero la cuestión es que empezamos a ver una de las películas que Elvis tenía en el ordenador. Y no el tipo de películas que dejé entrever el otro día sino una de miedo. Todos con la mirada atenta al televisor con María a mi derecha y Leti a mi izquierda. Oyéndose ruidos extraños que venían de la cocina con todo a oscuras y con la mano bien apretada a la de la Mery y viceversa. La peli era en italiano pero el miedo se sentía igual.

            Pues resulta que aquella noche en la que estábamos solo seis en la enorme casa, no estaba dispuesto a dormir solo (a pesar de que Manu durmiera habitualmente en la cama de al lado) y María me dijo que durmiera en la suya. Y así lo hice. Pero para la gente que desde el noveno especial estuviera pensando mal ya se le tiene que decir que no tenía por qué. ¿Lo contamos Mery?

            Venga…

            Pues nada, que no falto a la verdad cuando digo que dormí en su cama, la cosa es que María- para desgracia de todos jajaja- no durmió en su cama conmigo sino que lo hizo con Leti en la litera de abajo. Lo que pasó a la mañana siguiente no hace falta recordarlo, aunque quizás las “amegas” si lo quieran contar. En vuestras manos queda.

            Y así lo dejamos esta noche. Dándoos las gracias como siempre, porque esto sin ustedes al otro lado hubiera carecido de sentido y no hubiera sido posible. En un par de semanas, el último. Os espero. Creo sinceramente que va a ser el mejor.

 

¡Muy feliz fin de semana familia! Gabon.

De izquierda a derecha; Manuel Owono, el tipo al que le cogí las gafas de sol, María Fernanda, María Romero, Leti Lafuente, un servidor y Koldo Esteban. De espaldas Elvis y Dzemila.
 

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